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Flor de cempasúchil – Prácticas

Editorial
Vantes

La flor de cempasúchil
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Las leyendas de la flor de cempasúchil

La flor de cempasúchil, también conocida como “flor de veinte pétalos,” tiene un significado muy especial en la cultura mexicana, especialmente durante la celebración del Día de Muertos. Existen varias leyendas sobre su origen, que buscan explicar su profundo simbolismo y conexión con la muerte y los antepasados.

La flor que guía a los muertos

Otra leyenda popular cuenta que la flor de cempasúchil surgió como un regalo de los dioses para ayudar a las almas de los difuntos a regresar al mundo de los vivos. Los antiguos creían que el aroma y el color intenso de sus pétalos formaban un camino que guiaba a las almas durante el Día de Muertos, asegurándose de que encontraran el altar y pudieran disfrutar de las ofrendas.

El poder de sanación de los dioses

Algunas versiones de la leyenda cuentan que la flor fue creada por los dioses como una planta con poderes curativos. Las civilizaciones prehispánicas, como los mexicas, usaban el cempasúchil en ceremonias religiosas y creían que tenía el poder de curar enfermedades y proteger a las personas de los espíritus malignos. De ahí que sea una planta sagrada y se asocie tanto con la vida como con la muerte.

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La Puerta entre Dos Mundos

En algunas regiones de México, se dice que el cempasúchil es un símbolo de la transición entre la vida y la muerte. Debido a que su color vibrante evoca el sol, se asocia con la dualidad de la existencia y con el ciclo de la vida y la muerte. Por eso, durante el Día de Muertos, las familias colocan pétalos de esta flor en los altares y alrededor de las tumbas, creando una puerta simbólica que conecta el mundo de los vivos con el de los muertos.

 El Regalo del Dios Tonatiuh

Una versión de la leyenda cuenta que el cempasúchil fue un regalo de Tonatiuh, quien vio cómo los humanos sufrían por la muerte de sus seres queridos y decidió crear una flor que mantuviera viva su conexión con ellos. Tonatiuh diseñó la flor con un color que recordara la calidez de sus rayos y el brillo del sol, para simbolizar la luz y la vida después de la muerte. El cempasúchil sería entonces una puerta entre ambos mundos y una muestra de consuelo para los vivos.

La Flor del Ciclo de la Vida y la Muerte

Para algunas culturas indígenas, el cempasúchil simboliza el ciclo de la vida y la muerte. La flor nace con el calor de los últimos meses de lluvias y muere en los primeros fríos, lo cual representa la transición natural entre la vida y la muerte. Durante el Día de Muertos, su color intenso y su fragancia evocan la presencia de los antepasados, y se cree que el cempasúchil marca una línea entre dos mundos, asegurando que las almas puedan cruzar y regresar.

 

La Leyenda de los Veinte Soles

En otra versión de la leyenda, los dioses observaron que la vida en la Tierra necesitaba un símbolo que recordara el vínculo sagrado entre los humanos y los astros. Para ello, crearon el cempasúchil y le otorgaron el color dorado de los soles. Esta flor, llamada cempohualxochitl, que significa “veinte flores”, representaría a los veinte soles que, según la creencia de algunos pueblos antiguos, existían en el universo.

Cada pétalo sería un reflejo de uno de estos soles, asegurando que la flor fuera portadora de energía, luz y guía. Por eso se coloca en los altares y en las tumbas, pues cada pétalo simboliza una “estrella” que acompaña a los muertos en su regreso y su viaje de vuelta al más allá.

La Historia de Tzinacan, el Espíritu del Colibrí

Una leyenda menos conocida cuenta la historia de Tzinacan, un valiente guerrero que murió en batalla y fue transformado en colibrí como premio por sus logros. Sin embargo, al regresar al mundo espiritual, Tzinacan se dio cuenta de que, al morir, había dejado solo a su verdadero amor, Izel. Triste por no poder verla de nuevo, rogó a los dioses que lo permitieran regresar.

Los dioses, conmovidos por su devoción, crearon la flor de cempasúchil y le pidieron a Tzinacan que posara sobre ella cada Día de Muertos. De esta forma, cuando Izel decorara el altar con estas flores, Tzinacan podría acercarse y estar junto a ella, aunque solo por un instante. Desde entonces, el cempasúchil también representa el regreso de los amores perdidos que cruzan al mundo terrenal cada año para reencontrarse con sus seres queridos.

La Flor de los Recuerdos Eternos

Otra leyenda cuenta que una vez existió un hombre sabio llamado Xólotl, que tenía la habilidad de recordar cada detalle de la vida de aquellos que habían muerto. Cuando la muerte le llegó a él, temió que todos esos recuerdos desaparecieran y que los seres amados fueran olvidados. Entonces, rogó a los dioses que le permitieran dejar una parte de sus recuerdos en el mundo de los vivos.

Los dioses decidieron que Xólotl se convertiría en una flor que reflejaría los recuerdos en cada uno de sus pétalos: el cempasúchil. A partir de entonces, esta flor se convirtió en símbolo de la memoria eterna y de los recuerdos de aquellos que se han ido. Colocarla en los altares se considera una manera de honrar y mantener vivo el recuerdo de los difuntos.

La Flor de las Lágrimas Doradas

En esta leyenda, se dice que la flor de cempasúchil nació de las lágrimas de una madre que lloraba la muerte de su hijo. Esta madre imploró al sol que permitiera que su hijo regresara, aunque fuera por un breve momento. Sus lágrimas doradas, al tocar la tierra, germinaron y se convirtieron en las primeras flores de cempasúchil.

El dios Tonatiuh, conmovido por su devoción, le permitió a su hijo regresar cada año en la temporada en la que florecen los cempasúchiles, para que pudiera visitar a su madre. Esta historia representa la esperanza de las familias de reencontrarse con los seres queridos y consuela a quienes esperan su regreso durante el Día de Muertos.

La Flor del Viento y la Vida Eterna

En una leyenda del sur de México, se cuenta que una vez, el viento quiso saber qué se sentía ser eterno. Tras recorrer el mundo y observar cómo las personas recordaban a sus seres queridos fallecidos, comprendió el poder de la memoria. Así, el viento pidió a los dioses unirse a los recuerdos de la gente y ser recordado por siempre.

Los dioses, complacidos por su deseo, decidieron crear la flor de cempasúchil, que tiene el poder de transmitir los recuerdos y el amor de generación en generación. Desde entonces, el viento ayuda a esparcir el aroma de la flor para recordar que el amor y la memoria viven más allá del tiempo y la muerte.

Aurora Guadalupe Lares Hernández

Virginia de Jesús Cervantes Jiménez