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El nacimiento del sol – Prácticas

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EL nacimiento del sol
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El nacimiento del sol

En las antiguas culturas de Mesoamérica, especialmente en la mitología azteca y mexica, existen varias leyendas que relatan el nacimiento del sol. Estas historias reflejan la profunda conexión de los pueblos prehispánicos con el cosmos, la naturaleza y los dioses.

La Leyenda de Teotihuacán y los Dos Dioses

Una de las leyendas más famosas cuenta que, antes de que existiera el sol que conocemos, el mundo estaba sumido en la oscuridad. Los dioses se reunieron en Teotihuacán para crear un nuevo sol que iluminara la Tierra. Decidieron que dos dioses se sacrificarían para convertirse en el sol y la luna. 
 
Había dos candidatos: Tecuciztécatl, un dios rico, orgulloso y poderoso, y Nanahuatzin, un dios pobre y humilde cubierto de llagas. Los dioses construyeron una gran hoguera y pidieron a Tecuciztécatl que se lanzara primero, pero este se acobardó y no pudo hacerlo. Nanahuatzin, en cambio, decidió saltar sin dudarlo y fue consumido por las llamas, ascendiendo como el nuevo sol. 
 
Avergonzado, Tecuciztécatl se arrojó también al fuego y se convirtió en otro sol. Sin embargo, para que no hubiera dos soles, los dioses arrojaron un conejo a Tecuciztécatl, apagando un poco su brillo, y así fue como se convirtió en la luna. Desde entonces, el sol y la luna se alternan en el cielo. 

El Quinto Sol y los Cuatro Soles Previos

Otra leyenda importante dentro de la mitología azteca es la del “Quinto Sol”. Según esta historia, antes del sol actual, existieron cuatro soles diferentes, cada uno regido por una era y un dios. Cada uno de estos soles desapareció en una catástrofe, dando lugar a una nueva era. 

Primer Sol:

Jaguar (Nahui-Ocelotl): El primer sol fue destruido por jaguares enviados por Tezcatlipoca, dios del cielo nocturno. Los jaguares devoraron a la humanidad. 

Segundo Sol:

Viento (Nahui-Ehécatl): El segundo sol fue destruido por el dios Quetzalcóatl con un gran huracán. Los humanos se convirtieron en monos para sobrevivir en los árboles.

Tercer Sol:

Lluvia de Fuego (Nahui-Quiahuitl): El tercer sol fue destruido por una lluvia de fuego lanzada por el dios de la tormenta, Tláloc. Los humanos se convirtieron en aves para escapar.

Cuarto Sol:

Agua (Nahui-Atl): El cuarto sol fue destruido en un gran diluvio, provocado también por Tláloc. Los humanos se convirtieron en peces.

El Quinto Sol:

El sol actual, fue creado en Teotihuacán con el sacrificio de Nanahuatzin, como en la leyenda anterior. Este sol se encuentra en la última era, y los aztecas creían que también acabaría algún día, por lo que realizaban sacrificios para mantener su fuerza y evitar una catástrofe que volviera a sumir al mundo en tinieblas. 

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La Leyenda de Tonatiuh y los Sacrificios

En la cosmovisión azteca, Tonatiuh, el dios del sol, necesitaba energía y sustento para continuar su viaje diario por el cielo. Según la leyenda, cuando Tonatiuh nació como el sol, los dioses se dieron cuenta de que su energía era débil, y él no podría completar su recorrido diario por el cielo sin ayuda.

Para mantenerse en movimiento y dar luz al mundo, Tonatiuh exigió sacrificios humanos como alimento. Así, los aztecas ofrecían corazones humanos en sus ceremonias, creyendo que al alimentar al sol, aseguraban su supervivencia y el equilibrio del universo. Esta necesidad de sacrificio se convirtió en un pilar fundamental en la religión mexica, con el propósito de mantener el ciclo de la vida y la estabilidad del cosmos. 

La Batalla de los Dioses: Tonatiuh vs. Tezcatlipoca

Otra versión del mito narra que cuando Tonatiuh fue elegido como sol, el dios Tezcatlipoca, molesto por no haber sido escogido, decidió enfrentarlo. Tezcatlipoca y Tonatiuh se enzarzaron en una batalla en el cielo, donde cada dios buscaba suplantar al otro. Finalmente, Tonatiuh logró vencer a Tezcatlipoca, quien fue arrojado al cielo nocturno y se convirtió en la luna o en las estrellas, dependiendo de la versión. Así, Tonatiuh se estableció como el dios del sol, pero la rivalidad entre los dioses nunca se extinguió. 

Aurora Guadalupe Lares Hernández

Virginia de Jesús Cervantes Jiménez